martes, 17 de febrero de 2015

Cartas (II)


                Llevo unos días bastante preocupada,  sé que no estás bien y en cualquier otra ocasión te repetiría ‘’te lo dije’’ pero sé, que no es el momento porque te conozco y sé, que aunque te muestres desenfadado y más libre que nunca estás dolido, confuso y tremendamente perdido. Me dirás que no es verdad, que ahora mismo estás embarcado en miles de aventuras, por las cuales, no has tenido tiempo de escribirme, que eres más feliz que nunca dedicando todo tu tiempo a diversas travesías con distintos nombres y diferentes olores.

                Se oye por todas partes como ese corazón bravío y valiente está surcando mares, atravesando volcanes y explorando cuevas y desiertos, sin parar, pero que todas las aventuras las deja a medias porque nada le satisface, todo le aburre, ‘’no hay travesía lo suficientemente interesante para este intrépido aventurero’’ comentan por las ciudades.  En estas ocasiones me doy cuenta de que prefería tus aventuras en búsqueda de un solo tesoro porque sabía que tarde o temprano volverías.Pero estoy preocupada, porque sé cómo eres y sé que lo que estás haciendo es una tremenda locura porque a pesar de viajar por caminos más y menos difíciles, el intentar abarcar tantas aventuras te va a acabar matando. 

                Además, ambos sabemos que se han abierto viejas y nuevas heridas, dolores que intentas ocultar con una sonrisa deslumbrante pero que están ahí, en tus ojos cansados. Te siento más lejos que nunca, aunque a su vez me da la impresión de que eres más  consciente de tus actos que en años, que todos tus pasos son ahora dirigidos por algo que se disfraza de razón pero que,en realidad, es tu perdición. Acuérdate de que a veces es necesario descansar de tanta aventura, recuerda que deberías volver a casa, para que te cuide y sane tus heridas. Te echo mucho de menos, hace ya mucho que volví a sacar el botiquín del armario para tu regreso, estoy a la espera de cuidar tus ideas.

Te espera,
Una cabeza preocupada.

-Otra de las cartas que le mandó la cabeza al corazón cuando este volvió a las andadas.

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