
Tan
sencillo que a veces es difícil, tan complicado que otras la solución es fácil.
Tú coraza y yo corazón, a veces viceversa, a veces los dos. Tantas veces
distintos, otras veces iguales, siempre buscando, a veces encontrando, otras
muchas luchando por un trono sin dueño (y con sueño). Pídeme la luna, que yo no
te la bajo, que a mí me gusta ahí arriba y a ti te gusta en el charco. Vérsame,
como no lo ha hecho nadie, estúdiame sin sacar conclusiones, búscame que me
encuentras, piérdeme el miedo.
¡Ábrete
sésamo! ¡Ábrete desde dentro! Que contigo no hay llaves que valgan. Junto a ti
los cerrojos, para variar, están echados, vives preparado para que no te pillen
pero a mí me gusta el riesgo de pensar que me pueden pillar, menos cuando nos
pillan. Píllame con sonrisa de tonta cuando hago alguna travesura, y si no es mi sonrisa te lo dirán mis ojos, con ganas de hablar. Travesura realizada y se
cerrarán.
Escribiendo…
Leyendo… Queriendo… Pensando… Dudando… Temiendo… Llorando…
El
miedo cierra la puerta, no te quiere dejar entrar, el dolor cierra las ventanas, no vaya a ser que me pueda escapar. Mi caja
de muñecas se vuelve cárcel y yo aquí dentro no puedo bailar. Lucho contra el
miedo, contra el dolor y se queda abierta de par en par. Cual niño pequeño
observas sorprendido las vueltas del azar, deja de mirar, dame cuerda y, si puedes, libérame de mi
verdad. Había nacido para vivir, intensamente, para amar, para ayudar, servir,
dar, sentir, correr, huir, sanar. Nací para ser infinit(iv)a en una vida, una
de las de verdad.
Tan
fuerte que a veces es fácil, tan débil que a veces es difícil. El camino es
difícil pero el camino es contigo y si vamos en gerundio, seremos infinit(iv)os.
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